Moisés EDWIN BARREDA
Los mexicanos que conocemos –gracias a libros y Wikipedia– el pasado, vivimos el presente del país y siempre repudiamos y combatimos como pudimos a la oligarquía que fue longeva pridictadura, vemos en Morena la transfiguración del Partido Liberal Mexicano fundado principalmente por Ricardo Flores Magón. Así concretó vieja aspiración de Camilo Arriaga, que quiso fundarlo en 1901 en la ciudad de México luego que creó el Club Liberal, que tuvo filiales en todo el país.
En Morena, estatuido por Andrés Manuel López Obrador como pilar de su intensa y prolongada lucha social, por la cual el pueblo mexicano lo impuso Presidente en julio del 18, vemos respuesta popular a la enjundiosa arenga que es el último párrafo del manifiesto del Partido Liberal Mexicano (PLM) lanzado mediante “Regeneración” el primero de julio de 1906:
“Mexicanos: Entre lo que os ofrece el despotismo y lo que os brinda el Programa del Partido Liberal, ¡escoged! Si queréis el grillete, la miseria, la humillación ante el extranjero, la vida gris del paria envilecido, sostened la dictadura, que todo eso os proporciona; si preferís la libertad, el mejoramiento económico, la dignificación de la ciudadanía mexicana, la vida altiva del hombre dueño de sí mismo; venid al Partido Liberal que fraterniza con los dignos y los viriles, y unid vuestro esfuerzo a los de todos los que combatimos la injusticia para apresurar la llegada de ese día radiante en que caiga para siempre la tiranía y surja la esperada democracia con todos los esplendores de un astro que jamás dejará de brillar en el horizonte sereno de la patria.”
Y “…ese día radiante (…) en que surja la esperada democracia…” fue el primero de julio de 2018, del que es segunda edición el 2 de junio de 2024, cuando más de 35.9 millones de mexicanos confirmaron su decisión de acabar con el estatus de abusos y privilegios de los pillastres que adueñados del poder político hundieron al pueblo y al país en el atraso y el oprobio. Al fin desterramos para siempre a “la injusta tiranía”.
Y sí, el primero de julio del 18 la fracción digna y pensante –35.9 millones de ciudadanos— de la nación hizo surgir la democracia clásica, no la de carnaval con que la oligarquía enmascaró su dictadura y presumía ser gobierno democrático, y el 2 de junio pasado le echó a cuestas a Claudia Sheinbaum el altísimo encargo de fortalecerla, tarea que empieza por defenderla del conjunto de bestias heridas que son los oligarcas jefaturados ya no tanto tras bambalinas, por carlos salinas de gortari.
Mas para que la Presidente electa cumpla esa encomienda no basta que se la haya dotado de la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, arma política fundamental para devolverle a la Constitución todo lo que favorecía a los ciudadanos y suprimieron los oligarcas: debe frenar la sucia campaña de infundios y calumnias en vez de argumentos fundamentados, que ha emprendido la oligarquía contra el gobierno de la cuarta transformación y su líder, el presidente López Obrador, mediante los mass media corruptos.
La Historia también es útil para no repetir errores y tiene pasajes que resultan recetas para combatir males sociales, como esa campaña de las bestias heridas. Una de esas recetas es el pasaje relativo a la “Ley Lares” expedida por antonio lópez de santa anna en su último periodo dictatorial.
El objetivo de esa norma fue acallar a los liberales que atacaban a su régimen; pero fracasó porque sancionaba la difusión de mentiras y calumnias específicamente, y los liberales lo atacaban criticando el oscuro origen de su gobierno y su más negro episodio, que fue entregar a Estados Unidos de (Norte)américa más de la mitad del territorio nacional.
Los papeles se invirtieron: los liberales se lanzaban contra el gobierno impopular, impuesto por los conservadores; ahora los conservadores emplean infundios y calumnias para atacar al régimen del presidente López Obrador y su partido, el Morena, innegablemente democrático, impuesto por voluntad popular, y Claudia Sheinbaum lo continuará, pésele a quien le pese.
Hay visos claros y firmes de que Claudia Sheinbaum gobernará con ideas propias; pero ninguna apartada de los objetivos fundamentales a cumplir, recogidos por Andrés López Obrador durante el profundo diálogo que sostuvo con el pueblo en tantos años de su lucha social, que lo colocó a la altura de Ricardo Flores Magón, quien se batía por los desposeídos –“primero los pobres”– y los incitaba a dejar la pasividad; es el genuino precursor de la Revolución Mexicana, lauro que se le regatea y se le acredita a Madero.