Sin duda que uno de los problemas de salud pública en el mundo es la Pandemia provocada por el COVID-19 que deja más de 300 millones de casos en el mundo, según la Universidad Johns Hopkins y dentro de éstos son cerca de 5.5 millones de fallecidos. Hasta marzo del 2020, según la página web de la prestigiosa institución.
Si el dato que se señala es de hace casi dos años, se puede entender entonces que las cifras hasta diciembre del 2021 se han multiplicado. Aunque las autoridades sanitarias en México, pareciera siguen informando números muy alejados de la realidad.
El problema de COVID-19 en Tamaulipas no ha sido la excepción en el país y el mundo, pues según el semáforo epidemiológico, esta semana el estado se pinta de color rojo, signo de que el contagio cobra más víctimas, incluso un porcentaje de muerte.
En este contexto hay una pregunta social que se hace en los pasillos y no se atreven a preguntar a las autoridades sanitarias del país o de Tamaulipas y se refiere a las pruebas gratuitas del COVID, puesto que no solo la capital del país, sino que algunas entidades hasta en las farmacias las aplican sin costo.
La ciudadanía del estado o la Secretaría de Salud de Tamaulipas ¿pudiera ser que está castigada por las autoridades federales en la aplicación de las pruebas?
¿Dónde quedó aquello de que todos somos iguales?
Lamentablemente la Pandemia no es el único problema de salud pública, porque en el contexto de psicología social, los mexicanos estamos infectados de inseguridad, particularmente algunas entidades antes intocables, ahora muy lastimadas por las muertes y delitos que se viven.
Llama la atención que la inseguridad se ha acentuado en entidades como Zacatecas, Veracruz y Guanajuato, las dos primeras de color del partido del presidente y de los tres, el que pareciera con más tiempo en este problema es el gobernado por el panista Diego Sinue Rodríguez Vallejo.
Tamaulipas también vivió una crisis de inseguridad que sin importar la ciudad fronteriza, en el centro y al sur del estado, los actos delincuenciales eran muy frecuentes, sin obviar la suspensión hasta de corridas del transporte público (incluyendo pasajeros y de carga) por las principales carreteras.
Muchos tamaulipecos determinaron no viajar, salvo necesidades urgentes, ni en transporte público ni privado, pues se supo de varios desaparecidos en distintas vías de automotores. Panorama que ha cambiado y no por la propaganda gubernamental, sin por las experiencias que se intercambian entre familiares, vecinos y compañeros.
Llama mucho la atención, la situación contradictoria que se dio en Zacatecas, pues mientras desde la capital del país el presidente López invitaba a los habitantes de aquél terruño para moverse libremente, incluyendo la capital de la entidad.
La contradicción es porque el gobernador zacatecano, David Monreal Dávila (2021-2027) recomendó a los habitantes de su entidad, la mañana de este miércoles, después de que descubrieron una camioneta con varios cuerpos sin vida, “…encomendarse a Dios”
El gobernador Monreal Ávila, aseveró que la violencia es parte de ‘la herencia maldita’ que le dejaron en el estado y el comentario adicional, antes de incorporarse a la Mesa de Construcción de Paz, -integrada por todas las instituciones de seguridad y justicia- dijo: «…hay que encomendarnos a Dios ¡En el nombre sea de Dios y vámonos a las actividades!».
Quizá valga la pena recordar que David es hermano de Ricardo, éste coordinador de los Senadores de Morena y presidente del Senado de la República. Además, Ricardo fue gobernador de Zacatecas (1998-2004) y fuerte aspirante a la candidatura a la presidencia de la República.
Precisamente por éste último hecho, muchos analistas políticos suponen son las génesis de los problemas zacatecanos, porque buscan desestabilizar y con ello desacreditar al coordinador del Senado.
Los temas sobre el manejo de la Pandemia y el de la Inseguridad, son verdades a medias, porque no se puede generalizar. En el primer caso hay desigualdades donde se pudiera inferir la mano política… en el segundo, también.