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El alcalde XICOTí‰NCATL GONZíLEZ URESTI se ha convertido en un dictadorzuelo aldeano, en un rey de carnaval de quinta categoría que ha perdido todo sentido común.
Una a una sus ocurrencias sólo han servido para intentar disfrazar la inoperancia de su Gobierno, que vale decir es un nauseabundo y pestilente foco de corrupción.
Sus bailes exóticos, sus gustos caros y lascivos, así como la intención de cobrar un “impuesto especial†a los taqueros, se suman a una nueva ocurrencia: silenciar la Presidencia Municipal.
Además de comandar un Gobierno opaco y de vivir en una burbuja, ahora aplica la “ley mordaza†que obliga a sus subalternos a no tener puente de comunicación con los medios y la sociedad.
Lo que demuestra el edil capitalino es que perdió la cordura, si es que alguna vez la tuvo, olvidándose que el cargo tiene fecha de caducidad y que es para servir y no para servirse.
Además de ineptos, tanto XICOTí‰NCATL GONZíLEZ como los aldeanos que lo alaban a cambio de migajas presupuestales, demuestran una piel extremadamente sensible a la crítica.
La orden del Alcalde, de silenciar a todos sus funcionarios, demuestra también que no tiene nada interesante por informar. Un año ha pasado y Victoria cada día está más deprimente.