El título de hoy es entendible, aunque vale la pena una puesta en común. Entiendo que la comparación significa “Analizar con atención una cosa o una persona para establecer sus semejanzas o diferencias con otra.”
Me parece pertinente hacer énfasis en la palabra ‘analizar’ cuando tiene una connotación más profunda que el simple ver, que pudiera entenderse como una mirada rápida, sin ver detalles y circunstancias.
El sentir popular es reprobar las comparaciones, sin embargo, soy muy necesarias para intentar entender una realidad.
En teste sentido, cabe una aclaración pertinente es identificarme como un mexicano apartidista, que es un adjetivo muy alejado del ‘apolítico’, por lo que significo no tengo ninguna afiliación por partido político del país ni del extranjero, aunque tengo amigos y conocidos de cualquier institución.
La aclaración me parece necesaria porque hay mexicanitos -de reflexión corta- que consideran una opinión política como una expresión partidista y para mi forma de pensar, existe un error en ello.
El presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa (2006-2012) como comandante supremo de las fuerzas armadas del país, se dice que declaró la guerra a los narcotraficantes, delincuencia organizada o como se tildó popularmente ‘a los malos’.
Las razones políticas deben analizarlas los políticos, pero las causas sociales justificaron y aplaudieron la decisión del gobierno de intentar terminar con las balaceras callejeras a cualquier hora del día o de la noche, porque miles de mexicanos murieron acribillados por balas delincuenciales, sin tener nada que ver.
Muchos mexicanos de distintas entidades federativas nos acostumbramos a dormir en medio una guerra de balas de cualquier calibre, con las oraciones a todos y cualquier santo para que nos cubriera con su manto sagrado.
¿El presidente Felipe Calderón y su ejército ganó su guerra?
La triste respuesta la tenemos en los hechos, cuando vemos que México 12 años después, el número de muertos por violencia en manos de ‘Los malos’ ha crecido tres o cuatro veces más.
Para muchos mexicanos sin filiación partidista, la determinación del michoacano, fue de gran valentía y de innegable defensa del mexicano desvalido, de los mexicanos sin armas para defendernos, de los mexicanos blandengues ante la invasión de armas de fuego de todos los calibres y sufriendo secuestros, extorsiones, asaltos, cobro de piso, robos, violaciones, tortura física y psicológica, etc.
Desde el punto de vista político, levantar el grito de guerra contra ‘Los malos’ fue un error, una equivocación que, dicen “se sigue pagando”.
La política de “abrazos no balazos” que promovió el presidente Manuel López al iniciar su gobierno (2018-2024) fue aplaudida por muchos mexicanos, porque había también promesas de amnistía si abandonaban esa vida y se aseguró que de esa forma terminaban con las bandas delincuenciales.
Todos conocemos los resultados de esa política fallida. Buena parte de mexicanitos ilusoriamente siguen creyeron en el triunfo de esa forma de acabar con la delincuencia organizada en México. Los hechos dicen lo contrario, nos dan lecciones muy diferentes a lo que nos pinta la retórica presidencial.
Sin haber necesidad, este martes el presidente López, desde su escenario de Palacio Nacional, López en su ‘Lagañera’ declaró que: “Hace unos seis meses… ocho, unos mil o dos mil hombres de la delincuencia organizada entró a Chilpancingo… buscaba enfrentamiento con la Guardia Nacional… ordené que se retiraran, que los dejaran entrar…”
La reacción de especialistas y comentaristas de los medios de comunicación, pero también de buena parte de la población nos sorprendimos de esa declaración y más, del pésimo gusto de ‘correr ante la llegada del enemigo’ y ahora difunde a los cuatro vientos semejante ¿logro… éxito?
¿Y la población? La Guardia Nacional huyó para no ser blanco de la delincuencia organizada, lo que significó que el presidente de la República ordenó el abandono de los indefensos habitantes.
También habla de corrupción en las aduanas cuando siguen permitiendo la introducción de armamento de contrabando, por cierto, mucho mejores de las que adquieren las fuerzas armadas a la orden del Comandante Supremo de México.
AL CIERRE: El tema del exgobernador Francisco Javier García, entra a una nueva fase, ahora con nuevos y viejos actores. Este capítulo promete caminos cerrados, pero también brechas que se abrirán entre la maleza para intentar aterrizar a buen puerto en junio próximo.
vva