Estoy en contra de aquello de que ‘todos los hombres somos iguales’, porque sería injusto que la misma regla aplicara al sexo femenino. No todos y, todas, somos iguales.
Desde esa perspectiva no soy partidario de que todos los maestros son iguales, no es cierto que ‘están cortados por la misma tijera’. Mucho tiene que ver la vocación, la facilidad de la comunicación. La Ética y tantos factores que intervienen en su formación.
El lector sabe que unos profesores egresan de Escuelas Normales y otros de Universidades o Colegios, pero quizá desconocen algunos que todos los egresados, según la Ley de Educación en México, debemos poseer la cédula profesional emitida por la Secretaría de Educación Pública (SEP).
No importa si el egresado es de una escuela pública (federal, estatal o municipal), en su caso, una institución privada. Finalmente, todas (Públicas y Privadas) deben poseer el Registro de Validación de Estudios (REVOE), para que la Dirección de Profesiones (SEP) legalice el título y expida la cédula profesional correspondiente.
La historia señala que la formación docente en educación elemental fue un problema, desde el México Independiente, y con mayor conflicto en las zona rural y más acentuado en el período postrevolucionario, por lo que el gobierno ideo diversas estrategias para formar profesores.
Fue tan escasa la formación de maestros, que muchos docentes de los años veinte y treinta, en las aulas cambiaban del pupitre al escritorio pues solo requerían estatura y una escolaridad de apenas 3º grado de primaria para ponerlos como profes.
Hacia los años sesenta y hasta principios de los ochenta, el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio seguía formando maestros, asistiendo a clase sábados, domingos y una semana de vacaciones durante seis largos años, para egresarlos como maestros titulados.
Centro el comentario en las Escuelas Normales Rurales, que nacen en el objetivo de llevar la educación al pueblo, basados en la idea de José Vasconcelos (1882-1959) materializada con las misiones culturales. Interesante programa de Gobierno que merece renglón aparte.
El México posrevolucionario siguió con la idea de masificar la educación, y uno de los puntos centrales era la formación de profesores, sobre todo para el México rural, pues en el país no había los suficientes recursos humanos para el proyecto.
Las normales rurales nacieron alineadas con la concepción de la educación como un derecho popular, hay quien dice eran ideas socialistas del presidente Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940).
En 1936 existían 35 Escuelas Regionales Campesinas mixtas y debían tener un mínimo de cincuenta hectáreas de terreno para desarrollar actividades agrícolas, al pretender formar docentes del y para el campo.
La realidad es que el enfoque socialista en los alumnos normalistas fue inculcado por los idearios de Carlos Marx, Federico Engels y Lenin, desde luego enseñado y fomentado por los docentes, formadores de nuevas generaciones de profesores.
Una agrupación nacida en las Escuelas Normales Rurales del País, fue la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) que en su Congreso Nacional (1935) se dieron como tarea, continuar la lucha para lograr mejores condiciones; declararse contra la burguesía, representantes del capitalismo, del clero y de las vanas palabras en el discurso político.
Con este esquema nace la Normal de Ayotzinapa (1924), en Guerrero, considerada como “semillero de activistas… maestros aguerridos y guerrilleros…” y mire porqué: En 1970, el director de la Normal, en su mensaje a la generación 1964-1970, sobre los ideales que debía seguir la educación en México dijo “sembremos la semilla de la libertad en el campo virgen del corazón de los jóvenes (…) el deber es enseñar a nuestros alumnos a ser libres”.
A partir del 2014, la Normal de Ayotzinapa está en el “ojo público” por los 43 alumnos que desaparecieron en Iguala, la noche del 23 de septiembre y no hay huella. Lo grave es no identificar las razones por las cuales ésta que fue, formadores de docentes, sigue formando jóvenes que alteran la paz pública.
Quienes manejan la Normal de Ayotzinapa han utilizado conciencias limpias del campesinado del país, convirtiéndolos en un peligro social, como los ataques a las vías generales de comunicación y hasta el robo de vehículos en las carreteras de México.
La otrora líder del magisterio, la chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales, expresó alguna vez en el sexenio del presidente Vicente Forx (2000-2006), que “…las escuelas normales debían convertirse en Escuelas de Turismo” y conste, los egresados eran carne nueva para el sindicato que dirigía entonces.
Finalizo: El gobierno debe poner fin a este tipo de instituciones. ¿O sobreviven con intención?