En 1988, cuando los periodistas tamaulipecos atestiguamos el derrumbe del quinismo en el sindicato petrolero, también descubrimos que no se trataba de democratizar al sindicato, sino de instaurar un gatopardismo caciquil, que muy pronto empezó a reproducir los viejos vicios del pasado inmediato. Incluso hasta a perfeccionar los mecanismos de represión y de control, establecidos en ese entonces. El corporativismo mafioso, seguía intacto, o hasta peor.
Hoy, ante el derrumbe anunciado del jeque sindical Carlos Romero Deschamps, nos damos cuenta que, López Obrador y Carlos Salinas, tienen mucho más cosas en común de lo que pudiésemos imaginar.Ambos tienen un espíritu de renovación total, y de cortar de una manera cruda y sin miramientos a sus rivales políticos.
Solamente cambian los métodos, pero los fines, son exactamente los mismos: no desmantelan a fondo el sistema. Solamente tumban liderazgos añejos, para colocar otros que les garanticen pleitesía.
Se va Romero Deschamps, después de una larga era de corrupción y de complicidad tanto con gobiernos del PRI, como del PAN. Su imperio de derroches y de negocios a la sombra de una industria nacional, subastada al mejor postor, queda intacto, y se teme que el actual gobierno de la 4T, le otorgue su perdón, y con ello, la impunidad que todo el país, vería con malos ojos.
El Presidente AMLO ha dicho que, el enriquecido sátrapa del petroleo, puede renunciar a su cargo, pero que aun así, se le va a investigar. Lo cierto, es que Romero Deschamps desde hace largo tiempo, desde el triunfo presidencial del 2018, y meses atrás, ya había tendido puentes para negociar su calidad de intocable, ante el nuevo régimen obradorista, que se percibía como inminente.
Hoy, la opinión pública del país, está muy pendiente de lo que ocurra, pues si el Presidente no ordena un fuerte escarmiento, en la persona de Deschamps, estará enviando señales muy preocupantes de impunidad e incluso de complicidad, con éste oscuro personaje, lactante contumaz de los veneros de petroleo, y más específicamente de PEMEX.
La leyenda de corrupción y de derroches en el sindicato petrolero, es todo un escándalo. Los hijos del dictador petrolero, viajan en vuelos de lujo a todas partes del mundo. Son dueños de enormes riquezas mal habidas. Y pese a ello, AMLO nos envía mensajes encontrados, como ya es su costumbre. Por un lado nos dice que se investigará a Deschamps, pero al mismo tiempo, pareciera tejer una red de silencio cómplice. Y deja correr versiones de que, el cacique petrolero del siglo XXI, tiene asegurada su salida, libre de castigo.
Y de que e respetarán su enorme fortuna, amasada al amparo de la complicidad y la corrupción.
Son dos las manchas negras del sindicalismo mexicano, que parecen desprestigiar el ropaje democrático y moral del Presidente AMLO.
La primera es Elba Esther Gordillo en el SNTE, y el otro, tal vez todavía más escandaloso, es Carlos Romero Deschamps en el sindicato petrolero.
Si no hay un castigo a fondo y un real, y si el gobierno obradorista, no desmantela las estructuras del sindicalismo petrolero, entonces estaremos hablando de que , le están cantando las golondrinas a una mafia, pero al mismo tiempo, están preparando la llegada de nuevos Corleones del oro negro.
¿O no..?