La noticia de la semana, sin la menor duda, en el ámbito de la política partidista la dio el PRI. Lo que parecía imposible, se logró: unir criterios y lograr una candidatura de unidad. Se da por hecho que Edgar Melhem Salinas será el nuevo líder estatal.
Llegará Edgar a una dirigencia estatal que, en los últimos años, ha sido vapuleada, criticada, ninguneada, que parecía invisible ante los embates del partido en el poder. Sus últimos líderes, Sergio Guajardo Maldonado y Yalheel Abdale Carmona, dejaron hacer, dejaron pasar: cumplieron, solo formalmente.
PROTAGONISMO PERSONAL.
La percepción, o la historia pues, del PRI –tanto nacional como estatal- es que siempre sus lideres fueron producto de imposiciones: respondían a los intereses de quien, en uno y otro contexto, ostentaba el poder político, sea la gubernatura o la presidencia de la Republica.
Por ello, siempre el líder tenía que cumplir con una condición básica: ser amigo, parte de la camarilla, de quien ostentaba el poder. Y eran, en ese entonces, candidaturas también de unidad: eran simples dedazos, nada democráticas y, por lo tanto, sin vinculación con la base militante.
LUCHA FERREA.
Cuando se dio la derrota gubernamental el PRI de Tamaulipas quedo huérfano de poder. Perdió gubernatura, diputaciones y alcaldías. Y se quedó sin líder, porque Rafael González Benavides lo dejo, lo abandono, para irse de diputado local. Y la lucha fue titánica, para que se nombrara un interino. Y cuando se logró, Sergio Guajardo Maldonado fue impuesto.
Luego, con muchas expectativas, llego Yalheel Abdala –también de interina-, que fue mas de lo mismo. Hizo una dirigencia entre reclamos y acusaciones, de solo pensar en ella y no trabajar, actuar, en favor del partido. La mejor evidencia de su trabajo, es ahora, el PRI está en su mínima expresión en el Congreso Local.
CINCO LEVANTARON LA MANO.
Ante la perspectiva de una próxima elección estatal la urgencia del PRI para tener una nueva dirigencia se acentuó. Cinco levantaron la mano: Edgar Melhem Salinas, Enrique Cárdenas del Avellano, Tomas Gloria Requena, Arturo Núñez Ruiz y Emilio Grimaldo Hernández. El problema, inicial, fue: ¿Cómo hacer la elección? Por asamblea del consejo político o abierta, a la militancia.
Como el PRI no tiene dinero, está quebrado, sus prerrogativas han disminuido a casi nada, pero además paga multas del órgano electoral, solo había una opción: una candidatura única, para evitar costos y gastos, digamos inútiles.
TOMAS TOMA DELANTERA.
En esa lucha Tomas Gloria Requena, apuntalado por la CNC, toma la delantera; una y otra vez, en el protagonismo a su máxima expresión, hizo notar la enorme tarea que tendría en sus manos. Ya se daba por seguro, sin contratiempos, que sería el ungido. Sin embargo, de una u otra manera, se fueron exteriorizando sus debilidades y las dificultades que enfrentaría para, efectivamente, sacar al PRI del hoyo.
Ya solo resta cumplir con el ritual partidista: que se llegue el día del registro, de la asamblea, y Edgar será el nuevo dirigente partidista en la entidad. Sera, dicen los que conocen, el primer dirigente partidista que llega sin la bendición del compadrazgo y del poder. No será impuesto por el poder, será impuesto por la necesidad de salvar al partido.
TAREA DE EDGAR.
¿Qué tiene que hacer Edgar en el PRI? ¿Qué puede lograr o para que puede trabajar? En principio, ponerlo a funcionar; luego, ver que estructuras, tanto territoriales como organizacionales, puede rescatar o reactivar. Para eso tendrá, como tara principal: revisar los activos partidistas… si, saber con que y con quienes cuenta, recuerden que buena parte de sus cuadros ahora están en MORENA o en el PAN.
Edgar al asumir el liderazgo partidista pondrá en riesgo todo su capital, incluso hasta el económico y el de sus amistades. Sera el momento de calar, por decir, a sus correligionarios para ver si deciden o no acompañarlo. Sabedores de que enfrentan, obvio, al partido en el poder y no que no será fácil ganar: así, entonces, tener en mente incrementar la votación de su partido, intentar ganar una que otra diputación local o alcaldía, no importa que sea chica.
Pero además, tiene Edgar otra tarea: demostrar y fortalecer que llega al partido, para trabajar por y para el partido, los beneficios y prebendas políticas, que sean resultado del trabajo y no del agandalle… hacer que los priistas olviden, o ya no recuerden, a Sergio Maldonado y a Yalheel Abdala.