De padre priista y madre perredista, la MORENA trae genes de imposición y cacicazgo por parte del padre, y de tribus y divisionismo por parte de la madre. A escasos años de su nacimiento, el Movimiento de Regeneración Nacional, arrastra serios problemas de unidad y de intolerancia.
No parece existir por ahora, un liderazgo definido a nivel nacional y ello se refleja fielmente en las entidades federativas como Tamaulipas, donde sus camarillas es fecha que siguen de la greña.
Mientras que a nivel nacional, los grupos de Marcelo Ebrard, ( a través de Mario Delgado), Ricardo Monreal, (vía Alejandro Rojas), Claudia Sheinbaum (aliada de Yeidckol Polevnski) y Bertha Luján (que busca catapultar a su hija Luisa María Alcalde Luján), siguen enfrentados, exhibiendo sus discrepancias de fondo, en torno a la configuración de un padrón de militantes sin pies ni cabeza, aquí en el estado, más de cinco facciones se disputan la supremacía del changarro morenista. Ninguno de ellos, parece ejercer el control, provocando la confusión y el malestar de quienes simpatizan por ésta organización.
El tramo crítico del tiempo para el resurgimiento de la democracia o la consolidación de la dictadura en el partido color ladrillo, parece ser entre octubre y noviembre. Será un otoño demasiado complejo, ante una Polevnski que se niega a renovar las reglas del juego, y tres aspirantes a sucederla, sin afinidades entre ellos. En este contexto, lo que avecina pareciera más una batalla campal de lucha libre, que una justa democrática, hasta ahora huérfana de diálogo y de disponibilidad para los acuerdos.
El hombre clave en el morenismo, parece ser un personaje de nombre Gabriel García Hernández, quien dejó la Secretaría de Organización de MORENA, para ser nombrado como Coordinador de los Delegados federales en todo el país. Se trata de un funcionario archi-poderoso que controla los nombramientos más importantes de la alta burocracia obradorista en las entidades federativa. Pero también sigue ejerciendo especial influencia sobre el padrón morenista, pues al dejar su cargo en el partido, dejó ahí a un encargado de despacho, de nombre Francisco, (Paco) de la Huerta.
El padrón oficial de MORENA, en manos del INE, en términos de cantidad, es prácticamente ridículo, con poco más de 300 mil militantes, cuando la cifra de ciudadanos que votaron a favor de Andrés Manuel López Obrador, en una elección arrasadora sobre sus contrincantes del PAN y del PRI, fue de poco más de treinta millones de personas. En ese sentid, el actual padrón morenista, equivale a una broma de mal gusto. Simple y sencillamente, absurdo y alejado de la realidad.
Por lo que se observa, las intenciones de Yeidckol Polevnski, son las de realizar elecciones internas, con este mismo padrón, totalmente desfasado e inoperante. Otra propuesta es la de sanear esta lista de militantes, hasta lograr un padrón de poco más de tres millones. Aunque algunos aspirantes como Alejandro Rojas Díaz Durán, consideran que el verdadero padrón que se apega a la realidad es de diez millones de morenistas, que hasta ahora, han recibido un portazo en la nariz, en sus anhelos de registrarse como miembros activos de este partido.
Mientras que Polevnski parece defender el viejo padrón caduco, su contrincante Bertha Luján considera que, el padrón con el que se llevará a cabo la elección interna, será el de más de tres millones.
Luján dijo que, ya no habrá más afiliaciones, y en ese sentido, estaría oponiéndose a la petición de Alejandro Rojas, para que la lista de empadronados morenistas, sea ampliada a diez millones de ciudadanos, una cifra sensata, si partimos de que, los que sufragaron a favor de AMLO, en el 2018, fueron más de treinta millones.
Otro de los precandidatos a la dirección nacional de MORENA, es el ebradorista Mario Delgado, mismo que, sin hacer mucho ruido, parece enviar a sus adversarios internos, el mensaje de que, es él quien tiene ya a su favor la línea presidencial. Aunque otros como Rojas Díaz Durán, siguen propalando que, el Presidente AMLO se mantendrá al margen, lo cierto es que, podría haber cargada en MORENA. Al menos así se percibe, después de que el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, ya se inclinó por el pastor de los diputados en el Congreso de la Unión.
Las opciones morenistas son de todos los colores y sabores: van desde la renegada Polevnski, quien se niega a dejar el cargo, pasando por Bertha Luján quien dice tener derecho de antigí¼edad en el afecto del Presidente, hasta Mario Delgado que se mueve con la bendición de su jefe Marcelo Ebrard, con miras a fortalecerse rumbo a la sucesión presidencial del 2024.
Y finalmente, un Alejandro Rojas Díaz Durán, que parece moverse sin balón, y que significa una gran piedra en el zapato para el resto de los participantes. Rojas es una especie de conciencia moral, que demanda total y absoluta transparencia, en la elección interna.
Tal vez, el mismo Rojas sabe que es difícil que amplíen el padrón a diez millones, como el propone. Pero también dicho personaje, baraja la posibilidad de que sus seguidores en el país,– mismos que aumentan, conforme pasa el tiempo—presionen lo suficiente, como para lograr que se le incluya, en un puesto clave de la próxima dirigencia nacional.
Esta podría ser, una Secretaría General, o bien, una Secretaría de Organización.
Aunque si se abre el padrón, como debiera de ser, Alejandro Rojas les puede ganar de calle.