En una democracia tan endeble, como la nuestra, encañonada por la violencia y por las tentaciones de autoritarismo e intolerancia, expresadas en todos los niveles de la política pública y partidista, no podemos caer en un escenario propio de las Pandillas de Nueva York, y la lucha encarnizada entre nativos e irlandeses.
Aquí sería fifis contra chairos, o mirreyes contra godinez. Hay que tener cuidado y ser responsables, porque los extremismos nunca han sido buenos consejeros.
Trato de entender el lenguaje cotidiano del Presidente AMLO, durante sus conferencias mañaneras, donde se refiere al México conservador, en términos peyorativos. Ciertamente se trata de la lonja ideológica e históricamente identificada con las élites sociales y económicas del porfiriato y con el imperio de Maximiliano.
Todos estos grupos, que cuantitativamente conforman las minorías acomodadas en nuestro país, fueron derrotadas políticamente, con el arribo del obradorismo. Ellos y ellas, se identificaban con las tesis neoliberales y la hegemonía del mercado. Pero, hoy nadie les ha reducido sus privilegios. Siguen bien. Nadie les ha tocado un solo pelo.
Por lo tanto, las recientes marchas en contra del Presidente Andrés Manuel López Obrador, no tienen un origen material, sino más bien de orgullo clasista, y de reacción ideológica. Lo más grave, es que, estas movilizaciones de gente bien, fueron encabezadas por los dos últimos Presidentes de la república, emanados del PAN.
El punto es más delicado de lo que podría suponerse, pues, con el tiempo, los ex presidentes de la república, pueden convertirse en pivotes ideológicos de un movimiento que puede crecer, y arrastrar a otros segmentos más numerosos, como podrían ser las clases medias, o amas de casa, con expresiones cacerolistas.
El sexenio obradorista, es muy joven todavía, y no creo que convenga, empezar la guerra, ya desde ahora. Estamos muy lejos de ser Venezuela, ¿pero que caso tiene, sembrar el germen?
Poniendo las cosas en contexto, me parece que los principales actores deberían serenarse. Por un lado, los ex Presidentes Fox y Calderón, deben de apartarse de encabezar la provocación y los ataques contra la investidura presidencial. En su tiempo, nadie los atacó de esta manera, y ellos están violando reglas no escritas, que se refieren al alejamiento de la vida política nacional.
Pero también, en este mismo ámbito, el Presidente de la República, AMLO debe dejar de mencionar a sus adversarios, con términos ofensivos. López Obrador no debe de caer en un pleito faccioso y radical, especialmente en un país, donde la Cuarta Transformación, requiere de avanzar sobre caminos de diálogo, y no de confrontación.
Mucho ojo: lo anterior no quiere decir complicidad y avalar la corrupción, sino todo lo contrario.
Si el gobierno de la república tiene los pelos de la burra en la mano, pues debe de actuar, sin miramientos. Esta acción le redituará el respeto del pueblo, y las clases adineradas, tendrán que aceptar que los tiempos contemplativos y de la vista gorda, ya han cambiado. Y que se tendrán que sujetar al imperio de la ley.
Pero, AMLO no debe de quedarse en el discurso anti corrupción, porque a las palabras se las lleva el viento. El Presidente debe de dar un escarmiento, porque no se gobierna con pleitos verbales, se gobierna con una visión de Estado, y con acciones contundentes, que no dejen lugar a dudas, sobre el rumbo que se pretende seguir. Y sobre todo, si se habla de un cambio de régimen, se debe ir más a fondo, cosa que hasta ahora no se ha visto.
Si AMLO no da un uno o varios manotazos de poder, la derecha política, seguirá tomándole la medida. Y acabará por capitalizar políticamente el desgaste del sexenio, con marchas,que podrían ir de menos a más.
Ahora bien, si AMLO no quiere problemas, y no quiere castigar a nadie, sino una política de amor y paz, pues entonces, no debe de alborotar el avispero, porque, ya no está en campaña, sino en la titularidad del Ejecutivo federal.
En la política no puede haber ambigí¼edades. Y mucho menos, en la política federal. O eres o no eres. Con advertencias o exhibiendo o acusando verbalmente a alguien, no se va a lograr nada. Y los adversarios en la política no son de paja.
Por lo tanto, si AMLO sigue viendo a la impunidad y a la corrupción, como los principales problemas del país, debe pasar de las palabras a los hechos.
Hay mucha tela de donde cortar. Pero que se apure, porque el discurso anti fifi, ya le salió respondón.
Actualmente, AMLO tiene todo el poder. Y si no lo aprovecha para arrinconar a sus adversarios, por la vía de acciones que no dejen lugar a dudas, sobre quien manda en este país, después cuando lo quiera hacer, será demasiado tarde.
Así las cosas.
——–ZAFRA INFORMATIVA—-
Uno de los trascendidos en materia de administración estatal, es el reciente nombramiento de la señora Rosario Garza Hinojosa, como nueva titular del Registro Civil en Tamaulipas. La destacada empresaria se venia desempeñando como Directora General del Instituto de Defensoría Pública.
En otro tema, el ex coordinador de asesores del senado de la república, y prominente activista de MORENA en Tamaulipas, Alejandro Rojas Díaz Durán, acaba de publicar un nuevo video, donde afirma que según recientes encuestas, su partido, va a ganar dos a uno en el estado, y que se quedará con la mayoría de las diputaciones del Congreso local.
Mientras tanto, ayer aquí, se tejieron un sinfín de conjeturas, sobre la supuesta participación de la actual colaboradora de la SEP federal, Lucía Aimé Castillo Pastor, en la marcha anti AMLO, organizada en esta capital. Con las reservas del caso, de confirmarse esta situación, sería sinónimo de traición y de falta de congruencia, por parte de la citada dama, pues no puedes estar trabajando para alguien, y al mismo tiempo, salir a la calle, para pedir su renuncia, y atacar las políticas, de las que tu misma formas parte.
Yendo todavía más allá, en el tema, habría que ver, si Lucía actuó por la libre, o con el pleno aval de quien se la llevó a la CDMX y le dio un cargo importante en su equipo, como es el caso del Oficial Mayor de esa dependencia, Héctor Garza.