En la década de los 80s (en el siglo pasado) se llevó a cabo en México el Congreso Internacional de Investigación Educativa y el mismo gobierno de la República reformó el Plan de Estudios en la formación docente. Fue la década donde las universidades dieron mayor importancia a los estudios de Postgrado, empezando con especializaciones, maestrías y en la década siguiente surgió un ramillete de estudios de doctorado.
La misma Secretaría de Educación Pública del gobierno federal reglamentó con mayor claridad los estudios de postgrado de todas las escuelas de educación superior, incluyendo universidades e institutos públicos y privados.
El artículo 3º Constitucional reconoce los grados académicos de licenciatura, maestría y doctorado. De ahí que existe error cuando se habla de graduaciones de kínder o jardín de niños, primaria, secundaria o bachillerato, ya que ninguno de estos niveles son grados académicos, como lo señala la legislación mexicana.
Cuando selecciono el título de hoy, quiero significar la responsabilidad, la ética de todo aquél que se precie de ser un especialista en el área del conocimiento que seleccionó, como la comunicación.
Soy de los que opinan que un profesionista tiene como obligación prioritaria estudiar, analizar, preparar y sobre todo actualizar los conocimientos propios de su área de trabajo, ya que lo asertivo de su opinión o de los hechos, es la verdad que para muchos quedará en la mente… pero también será un fracaso si el publico se percata de mentiras o desviaciones.
En un programa radiofónico transmitido en la capital de Tamaulipas, escuché a una persona que se dijo doctora en un área del conocimiento y abordó a los estudios de Postgrado, afirmando con mucha seguridad que “…los estudios de maestría se realizan para poder ejercer la docencia en la universidad, son cursos de pedagogía que permiten estar frente a un grupo…” No pude pensar otra cosa: ¡Mentira!
La ‘doctora’ se atrevió a decir en los micrófonos de la radio de Tamaulipas que “…por eso se llamaba Maestría, de magister, de magisterio…” Pese a los estudios que la catedrática dice tener, las palabras escuchadas en la radio del auto me dejaron atónito… perplejo de los errores de una catedrática universitaria en activo.
Es cierto que el rector de la Autónoma de Tamaulipas, Manuel Adame Mier, (1983- 1991) en su último Informe de labores reconoció: “Es clásico el empirismo del docente universitario en al aula de la Autónoma de Tamaulipas…” interpretándose la falta de elementos pedagógicos de los docentes.
Volviendo a la ‘doctora’ de la radio, después de señalar que los estudios de maestría tenían como objetivo la docencia universitaria, señaló que quienes concluyen los estudios de doctorado es porque se especializan en investigación de un área del conocimiento.
La maestría es un título académico de posgrado otorgado por una universidad o un centro de educación superior con reconocimiento de la autoridad federal (SEP). Una maestría se logra al completar con éxito un programa y tienen como objetivo ampliar y desarrollar los conocimientos para la solución de problemas disciplinarios, interdisciplinarios o profesionales. Además, permite al estudiante conocer y dominar instrumentos básicos de investigación en un área específica de las ciencias, las artes, negocios o las tecnologías, que profundizan teórica y conceptualmente.
El doctorado es el grado académico más alto que confieren las universidades u otras instituciones autorizadas. Quien obtiene este grado es llamado doctor o doctora. La concesión de un doctorado implica el reconocimiento de la persona candidata como igual por parte de la facultad de la universidad en la que ha estudiado.