Madrid.- Aunque el descubrimiento del fuego ha sido un hito en la historia del desarrollo de la humanidad, la tendencia por los alimentos crudos ha llegado con tal fuerza al panorama gastronómico que incluso celebra este miércoles su propio Día Internacional de la Comida Cruda.
Más allá de la clásica ensalada de lechuga y tomate o la pieza de fruta, se despliega un mundo de posibilidades cada vez más variado.
Entre las opciones está la germinación de verduras o la carne macerada y existen versiones crudívoras de prácticamente todas las recetas.
“No existe sabor igual al de los alimentos preparados en crudo, porque no se ve alterado y es verdaderamente puro“, asegura Raúl Baki, cocinero en el Cannibal Raw Bar de Madrid; desde su apertura hace más de tres años ha centrado su oferta culinaria en la comida cruda o semicruda.
Ya que la probabilidad de infección aumenta cuando el pescado se consume crudo, los procesos de conservación dificultan el trabajo. “Más que complicadas, son técnicas distintas y laboriosas; hay que congelar, abatir y descongelar“, resume Baki.
En ello coincide la nutricionista Ana Molina, que destaca la “versatilidad†de las recetas de la también denominada comida viva frente a la cocina con fuego. “Sobre todo para todas esas personas a las que les cuesta muchísimo comer fruta y verdura“.
Sin embargo, la experta en nutrición ha desarrollado un programa de alimentación denominado Crudimed, en el que se combina la tradicional dieta mediterránea con la crudivegana; “porque una alimentación 100 % crudívora no es viable en términos nutricionales“.
“Si en la prehistoria hubieran tenido la variedad de técnicas que tenemos ahora para comer alimentos crudos, habrían desarrollado el cerebro igual que se desarrolló con el descubrimiento de la comida cocinada con fuego“.
Ana Molina ve posible una alimentación en la que “un 70 u 80 % de la comida sea crudivegana y el otro pequeño porcentaje para carnes, pescados y calor.â€
El cocinero argentino Javier Andrés Medvedovsky cree que el problema está en la educación; porque “si se les enseña a los niños desde pequeños a comer más conscientes, más natural y con menos procesados, conseguiremos grandes transformaciones en el futuroâ€.
“La comida está muy relacionada con las emociones y con las adicciones, hay que disociarlo; si estás triste quieres una hamburguesa y no una ensalada porque creemos que nos sentiremos mejor y no tiene por qué ser así. Eso es lo que hay que enseñar“, prosigue.
Medvedovsky comenzó con la dieta crudivegana hace más de 15 años y ahora se dedica a enseñarla, pero reconoce que hay un componente social complicado.
“Este tipo de alimentación no encaja con la parte social de ir a tomar algo, no puedes comer casi nada y terminas pareciendo un extraterrestreâ€.