Uno de los problemas más severos en México, en este 2019, es la inseguridad que se vive no solo en la CDMX, sino en la gran mayoría de las entidades que conforma la República Mexicana.
Debido a esta situación, los ciudadanos de todas las clases sociales nos preocupa de sobremanera que la crisis de seguridad y violencia por la que atraviesa México, no ha logrado detenerse. Al contrario, continúa avanzando en detrimento del bienestar de la población.
El caso del joven universitario en la Universidad del Pedregal, en la CDMX, representa el secuestro número 82 en lo que va del año y, según datos estadísticos, representaría algo así como el 247 % de incremento, en relación al mismo período del año pasado (2018).
Sin embargo el secuestro, la extorsión; el robo a transeúntes, a casa habitación, vehículos, a negocios; violaciones; feminicidios; homicidios dolosos o culposos, etc., como parte de la inseguridad en la que vivimos, mantienen en alerta máxima a los ciudadanos mexicanos.
Gran parte de la sociedad capitalina, en la Ciudad de México, molesta por el escandaloso secuestro del joven chihuahuense radicado en la otrora Ciudad de Los Palacios, exigió por las redes sociales, la renuncia de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, por cierto exesposa de Carlos ímaz Gispert (1987-2016) destacado universitario, fundador del PRD.
El caso es que en un acto público de la capital del país, el Jefe político de la Dra. Sheinbaum, el presidente López Obrador, micrófono en mano, arengó a sus seguidores para manifestar su total apoyo a la Jefa de Gobierno, que entre gritos y vivas, se levantó con los brazos cruzados para agradecer las muestras ¿de simpatía?
Vinieron a mi mente las primeras visitas del Peje Presidente a algunas entidades federativas, donde de plano los gobernadores eran exhibidos por las rechiflas que recibían y entraba “El Chapulín Colorado†a salvar al Jefe del Ejecutivo Local.
Sin embargo no solo la comunidad universitaria de la institución privada donde estudiaba el chihuahuense, sino del mundo estudiantil y académico de la educación superior, han manifestado su descontento por el secuestro y asesinato del joven estudiante de la licenciatura en Mercadotecnia, Norberto Ronquillo.
La Organización no Gubernamental, Observatorio Nacional Ciudadano, ha registrado muchos estudios sobre el fenómeno de la inseguridad en nuestro país. En el reporte del 2007 -hace 12 años- acepta que “El panorama actual, en materia de seguridad y justicia, es sumamente complejo, nuestro país vive una crisis de violencia mientras las causas que la detonan continúan siendo las mismas que han sido identificadas por años…â€
Léase que los datos aquí signados de la organización no gubernamental, publica sus conclusiones en el primer año de gobierno de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) lo que significa que la problemática viene de mucho tiempo atrás.
Según información en Internet, dice que estudios científicos reconocen que desde hace más de dos décadas se da la “…lucha entre grupos de delincuencia organizada, y de éstos contra el Estado, con la finalidad de obtener el control de determinados territorios.â€
Los políticos de las distintas épocas de gobierno -desde la presidencia de la república hasta gobernadores de los estados y presidentes municipales- no aceptan públicamente la debilidad institucional para controlar y combatir el delito, parafrasea el abogado Jorge Merchant de la UNAM.
Una realidad a ojos vistos es la mínima capacidad institucional y la falta de resultados frente al lavado de dinero y la poca importancia a la falta de seguridad, la delincuencia y la violencia y aunque parezca contradictorio, no se puede negar el interés del estado en idear estrategias y plantear compromisos con la sociedad por una mejora en las condiciones de seguridad, que se abonen cápsulas de confianza social en las instituciones para abatir ilícitos y actos que violenten la paz y el bienestar de los ciudadanos.
Ojala la muerte de Norberto Ronquillo sea la punta de lanza que señale el principio del fin de una pesadilla llamada intranquilidad social.