El Partido Morena en Tamaulipas, ha caído ya de manera abierta en manos del gobierno panista. Por eso el reciente escándalo, en el cual, han armado una campaña en contra de José Antonio Leal Doria, es solo la cáscara que encubre el verdadero fondo de la estrategia azul, en el estado. Leal Doria, es solo un chivo expiatorio. A continuación, le ponemos en claro el asunto.
Para empezar, veamos el contenido de la carta enviada al Comité Ejecutivo Estatal de Morena, presidido por el profesor Enrique Torres Mendoza. Y en la cual se enuncian, las justificaciones de la toma de la sede estatal morenista.
En el punto número uno, se pide la renuncia de Leal Doria, pero solo le dedican una línea. En el punto número dos piden que el actual dirigente estatal morenista, sea eliminado de las pluris.
Pero en el tercer punto, y que sin duda es el más relevante del pliego petitorio, elaborado por los inconformes, liderados por gente de Nuevo Laredo, afines al alcalde Enrique Rivas Cuellar, se pide lo siguiente:
“Eliminar como candidato plurinominal a Carmen Lilia Canturosas Villarreal, de la posición número tres de la lista de diputados plurinominales, y aplicar la prelación, en la lista que se presentó ante el IETAM, el 31 de marzo del 2019, y se tomen en cuenta a propuestas que no tengan vínculos recientes con otros partidos….†etcétera, etcétera.
Obviamente, se fueron en contra de Leal Doria, porque fue él quien en su calidad de Presidente estatal de MORENA, avaló el ingreso de la poderosa dama neolaredense.
Leal Doria, no supo ni por donde le llegó la lumbre. Y a decir verdad, éste hombre es inocente de los cargos que se le imputan de imponer gente, pues si alguien fue el último que ha decidido, es Toño Leal. Los que realmente han metido mano, han sido otros personajes, encabezados por el Delegado Marcos Cruz Martínez.
Este último, sí está en el ajo panista. Y obedece consignas, emitidas desde el palacio del 15 y 16 Juárez.
–MORENA DIVIDIDA, PERO, EL GRAN FARO, SIGUE SIENDO AMLO–
El movimiento MORENO está dividido y maltrecho, pero la marca AMLO sigue firme, en las expectativas sociales de los tamaulipecos.
Esto quiere decir que los grandes segmentos ciudadanos siguen apostándole a su Presidente de la República. La pregunta es, si el peso de esta luna de miel y de esta querencia hacia el caudillo de Palacio nacional, será suficiente para arrancarle al PAN, la mayoría del Congreso, en nuestro estado.
En ello hurga el análisis de esta colaboración. Y de esta madeja de aparentes contrasentidos, entre el partido en el poder y su averiada brújula norestense, es que soltamos la pregunta inicial:
¿Está preparada la izquierda para gobernar en Tamaulipas?
¿A partir del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, impulsado por un movimiento ciudadano amplio y democrático, cuantas cosas se han modificado? ¿Qué fue lo que se torció?
¿Y hasta donde ha escalado esta transfiguración de lo que inicialmente era el proyecto del hombre que tuvo la genialidad de aglutinar a los mexicanos, en torno a unas siglas emergentes, capitalizadoras del hartazgo social?
Es necesario analizar, el escenario que emerge de la revolución de las urnas, provocada por MORENA. Esto es un elemento que no debemos perder de vista, porque los ciudadanos de las grandes urbes y de los pueblos chicos, acudieron en masa para asestarle un rotundo No al bipartidismo del prianato. El veredicto cívico de los electores, fue en el sentido de expresar su profundo rechazo contra el PAN y el PRI, en Tamaulipas.
¿Qué fue lo que sucedió después? O mejor dicho, ¿Qué es lo que ha venido ocurriendo en el seno de este movimiento social, considerado como un partido en formación? Me parece que hay dos situaciones perfectamente delimitables, y en las cuales, hay que establecer una puntual diferenciación.
El primer elemento, es que los anhelos ciudadanos, en pro de un cambio en Tamaulipas, siguen firmes, y tal vez, hasta más fuertes todavía. Pero esto es lo que piensa la gente, todas esas personas que se dedican cotidianamente a sus trabajos, y que enfrentan los problemas propios de vivir en una entidad, agobiada por la inseguridad y la zozobra.
El ciudadano común, cree que, la alternancia debe llegar al Congreso local.
Pero, ¿cuál es el segundo factor, o el elemento paralelo que se mueve junto a las aspiraciones de cambio por parte de la sociedad en Tamaulipas? Ese elemento, es el proceso propio de un partido ganador, como lo es MORENA. Resulta que sus acciones políticas subieron rápidamente, y se colocaron como las más atractivas del mercado militante.
Lo anterior ha provocado un boom de la demanda, muy por encima de la oferta de 22 diputaciones de mayoría y 14 de representación proporcional. Son treinta y seis boletos, ante cientos de aspirantes, que se mueven en los tres principales partidos, pero que, por las razones ya descritas, están congestionando a MORENA.
Esta otra cara de la realidad, lamentablemente, no está pasando por los filtros de la sociedad electora en Tamaulipas. Se está quedando atrapada en los laberintos estatutarios y burocráticos. O sea, que lo sueños y anhelos de más de 700 mil tamaulipecos que votaron por AMLO, hoy están provocando de manera indirecta, esta cruenta guerra entre camarillas. Estas facciones se adjudican el bono democrático, que finalmente, no es propiedad exclusiva de nadie.
La situación ya no es la misma, a partir de que, surgieron nuevos actores políticos, figuras visibles, que rápidamente se colocaron a la vanguardia de la llamada Cuarta Transformación. Me refiero a los alcaldes, funcionarios federales, legisladores, todos ellos con poder propio. Pero, no hubo un hilo conductor o un pegamento, un instrumento vertebral. Todos creíamos que este era justamente el papel de MORENA. Lamentablemente, no fue así.
Llegado el momento de las definiciones, en materia de democracia interna, y de cara a la lucha electoral por el Congreso local, el aparato nacional de MORENA dio señales de que, su ruta trazada desde el despacho del Comité Ejecutivo Nacional, no compaginaba con las aspiraciones de los grupos empoderados por el tsunami del 2018 en Tamaulipas.
Fue este criterio maniqueista, el que asestó el primer gran zarpazo a la unidad del partido y de sus élites. En lo sucesivo, a la luz de los criterios de la maquinaria ejecutiva, presidida por Yeidckol Polevnsky, el morenismo tamaulipeco, ya no sería de una sola pieza, sino que su estructura estaría dividida en los buenos y los malos; los ganadores y los perdedores; los de adentro y los de afuera.
Algo andaba mal, porque ya instalados en el 2019, aquel entusiasmo contagiante, que motivó el flujo caudaloso de cientos de miles de votos hacia la figura de Andrés Manuel, se vio acotado por un andamiaje legaloide
La dirigencia nacional, en manos de Polevnsky, jamás reconocieron el surgimiento de las nuevas figuras políticas morenistas. Y en el peor de los casos, en lugar de impulsar la cohesión de sus liderazgos, hicieron del excluyentismo, su principal modus operandi.
¿Ese gran faro, llamado Andrés Manuel López Obrador, será suficiente como para impulsar el triunfo de un morenismo dividido y enfrentado?
Se ve difícil, pero no imposible.