Una serie de sismos en el condado de Imperial, California, Estados Unidos, provocó que municipios de Baja California como Mexicali, Tijuana y Tecate percibieran el movimiento. Estos fenómenos son conocidos como enjambres sísmicos, que tiene una gran historia en México.
Los enjambres sísmicos pueden durar días, semanas e incluso meses; sin embargo, estos, eventualmente, se detendrán, aunque podrían dejar a su paso un nuevo volcán.
Fue apenas en el 2021 que expertos como Carlos Valdés González y Denis Xavier Francois Legrand, investigadores del Instituto de Geofísica (IGf), habrían declarado en conferencia con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que era esencial monitorear el enjambre de sismos que ocurrían en Michoacán. Tan sólo en 2023 se registraron 242 en el estado.
Y es que, en 1943, un corresponsal de El Universal informaba, a través de un telegrama, que «reventó un volcán que ha empezado a arrojar humo».
El enjambre sísmico que dio pauta al nacimiento del volcán Paricutín
Se trataba del nacimiento del volcán Paricutín, en Michoacán, que comenzó a tener actividad el 20 de febrero de 1943, tomando desprevenidos a los pobladores de la zona.
«Ampliando mi información de ayer sobre el volcán que apareció a cinco kilómetros de Parangaricutiro, Michoacán, y que en plena actividad ha estado arrojando humo y fuego hasta obscurecer esta ciudad, debo agregar que los habitantes del pueblo siguen evacuando éste rápidamente y que la presidencia municipal obligó anoche a los camioneros a ayudar al traslado del vecindario», decía el telegrama enviado a esta casa editorial.
No obstante, a pesar de que los enjambres sísmicos son un precedente para la aparición volcánica y que incluyen actividad del magma, «para que ocurra una erupción volcánica o el surgimiento de un coloso, se requiere actividad sísmica, deformación del terreno, emisión de gases, manifestaciones hidrotérmicas y alteraciones visibles», explicó Valdés González.