Las todavía casi intocables trasnacionales que determinan el rumbo de la economía global no las tienen todas consigo. El ejemplo más reciente, en México, es el de la multinacional Koninklijke Philips NV (Real Philips, conocida comúnmente como Philips) es una empresa holandesa de tecnología fundada en 1891. Es considerada una de las más grandes e importantes del orbe en su campo y está dedicada, principalmente, a los sectores de la electrónica y la asistencia sanitaria.
Resulta que un grupo de 43 familiares de fallecidos durante la pandemia de covid-19 por defectos de los respiradores que se usaron en el sector público y privado de salud tenían defectos de fabricación y por ello interpusieron una demanda colectiva para exigir a la multinacional la reparación del daño.
De acuerdo con los denunciantes que rindieron su valioso testimonio a la experimentada reportera Sanjuana Martínez, se trata de 3 500 respiradores modelos E30, V60, V680, Trilogy 100, Trilogy 200, Trilogy Evo y EV300 que debido a la espuma utilizada en estos aparatos defectuosos tiene el riesgo de liberar partículas tóxicas, afectar parámetros de oxigenación y aun que los ventiladores o respiradores se apaguen de forma inesperada.
Aparte de la demanda en materia civil, presentaron otra de carácter penal a cargo de los abogados Eduardo Fuentes Celestrin, Alejandro Rojas Pruneda y Luis Miguel Velasco Lizárraga, encabezados por el primero, el 6 de octubre, demanda sin costo (pro bono) para los demandantes para exigir a Philips México Commercial, que repare el daño ocasionado por la distribución, comercialización y omisión en el retiro de los ventiladores o respiradores defectuosos. Mientras en otras naciones fueron retirados hace más de cuatro años, en México continúan en los hospitales públicos y privados; siempre de acuerdo a testimonios de familiares de los fallecidos, registrados por la periodista en La Jornada.
Todo indica que se trata de un hecho inédito en la historia judicial mexicana, pues por primera ocasión un grupo de litigantes altruistas aúnan esfuerzos y capacidades, en este caso para defender a los deudos de la negligencia criminal de la sucursal mexicana de Koninklijke Philips NV.
“Si te intuban, te mueres”, fue la frase que recorrió pasillos y banquetas de hospitales de México durante la pandemia de covid-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2. Y, efectivamente, constata la jornalera, años después se comprobó que miles de personas –“más de 80%o de los pacientes”– morían a los pocos días de ser intubados con los respiradores Philips. Por eso, ahora, un grupo de 43 familiares de los fallecidos por defectos de los respiradores o ventiladores interpusieron la mencionada demanda colectiva para exigir a la multinacional holandesa la reparación del daño.
De los valiosos testimonios de los familiares de fallecidos, recabados por Sanjuana, recupero la conclusión de la química Miriam Vivanco, quien labora en el Instituto Mexicano del Seguro Social: “Yo no sabía que en otros países ya habían demandado a Philips por el defecto de los respiradores. Aquí en México sí sabían, pero, lamentablemente, hay mucha corrupción. Saben lo que compran y el daño que hacen. No deberían lucrar con la salud, y ahora Philips se está haciendo la ofendida y demanda al Estado mexicano. Todo al revés y mal”. Conducta característica de los cientos de trasnacionales que determinan el rumbo de la economía, las finanzas y la política del mundo de nuestros días. Además, como diría don Carlos, el gran capital no tiene fronteras.
Acuse de recibo
“Cuidado, cuidado con Guerrero, estado, estado guerrillero”, fue una de las consignas de la CETEG, el lunes 6 durante una pequeña marcha en la capital. Los guerrilleros Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas, íconos de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de Guerrero, afiliada a la CNTE, no lo gritaron, procedieron en consecuencia cuando Gustavo Díaz cerró aún más los estrechos espacios de la participación ciudadana… De Ana Isabel Sanz desde Sevilla, España: “Assata, la Cubana, aquella Pantera Negra que siempre se ha zafado de la FBI, ha muerto a los 78 años en Cuba. Fue condenada en 1977 a cadena perpetua en USA por el asesinato de un poli en Nueva Jersey. Todos los forenses aseguraron siempre que fue posible la consecución de aquel crimen. No se podían disparar aquellos dos tiros. Ella defendió su inocencia con ahínco, aquel juicio fue un claro ejemplo del más puro racismo institucional: un jurado compuesto por integrantes blancos, y acusaciones plagadas de irregularidades y mentiras superpuestas. Consiguió escapar en 1979 asistida por Black Liberation Army. La FBI la convirtió en símbolo de ‘terrorismo’, mientras los movimientos afroamericanos veían en Assata todo un símbolo de resistencia. Recibió asilo en Cuba en 1984 y vivió en el exilio durante 40 años fuera de foco, desarrollando tareas literarias. Fue la primera mujer incluida en la lista de terroristas más buscados del FBI (…)”
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