Apuntes de la visita de Xochitl

Me parece que a la campaña de Xochitl le haría bien revivir una de las prácticas de los priistas de los años setenta (y algo de los ochenta), que es el uso de "los jilguerillos", como se les denominaba en términos coloquiales a los oradores jóvenes que se encargaban de abrir los eventos de campaña, calentar el ambiente, presentar al candidato y hacer el elogio de su personas, su propuesta y por supuesto de las bondades del Partidazo.

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Coincido con esa expresión que señala «el elogio en boca propia es vituperio» y creo que piensan lo mismo la mayoría de los asistentes a la reunión con la pre candidata única del PRI, PAN y PRD, Xochitl Gálvez, celebrada en Reynosa este miércoles 28 por la tarde, pues no dieron muestras de haberse entusiasmado con el prolongado discurso de la vendedora de gelatinas, en el que dedicó casi media hora para hablar de su biografía, en términos muy (auto) elogiosos, o para decirlo en términos de la raza: para echarse harto confeti.

Comentando con un militante del Partido Acción Nacional, con el que coincidí hace varias semanas, en el evento de Xochitl con la sociedad civil, en Tampico, compartimos la opinión de que fue visible el contraste de ambas reuniones o «mitines», pues si en el puerto fue muy evidente el entusiasmo, en la frontera se sintió,el frío, y no me refiero solo a la temperatura ambiental. El cansancio en la candidata puede ser una explicación para tener resultados tan diferentes, con un discurso que es casi el mismo.

Me parece que a la campaña de Xochitl le haría bien revivir una de las prácticas de los priistas de los años setenta (y algo de los ochenta), que es el uso de «los jilguerillos», como se les denominaba en términos coloquiales a los oradores jóvenes que se encargaban de abrir los eventos de campaña, calentar el ambiente, presentar al candidato y hacer el elogio de su personas, su propuesta y por supuesto de las bondades del Partidazo.

Resulta tedioso escuchar por media hora lo «chingona» que fue Xochitl, para llegar a ser ingeniera, mérito que es recurrente en su discurso; para hacerle frente a un violador – acosador, tema que recién incorpora a su narrativa; para trabajar en diez regiones con población indígena, aunque no dice para que empresa o dependencia pública; para ser senadora del PAN, aunque no sea militante formal del partido; para pasar de vender gelatinas y tamales, a ser una empresaria chingona, aunque omita decirnos que siempre trabajándole al gobierno.

En cuanto a los asistentes, es evidente que no se sienten cómodos los azules con los tricolores y los amarillos, pues aunque fue un evento de los tres partidos, y de carácter regional, se notaba que estaban juntos, pero no revueltos.

Los priistas, con la disciplina que los caracteriza, ahí estuvieron, acatando las indicaciones de sus altos mandos, escuchando con atención a su candidata, pero sin mostrar mayor entusiasmo. Era fácil notar que los panistas si sienten como suya a la candidata, y fueron los que festejaron más las ocurrencias, los chascarrillos y las críticas de la senadora con licencia Xochitl Gálvez.

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