Catarsis de Luz del Carmen.

El texto de Luz del Carmen es diferente: porque es la madre que habla, que reflexiona, sobre hechos y circunstancias específicos; son como hablar en voz alta, sobre sentimientos y emociones. Incluso, en la dedicatoria apunta: “A mis hijos: Manuel Genaro, mi más exigente corrector de estilo, de quien he aprendido tanto; Luis Alberto de Jesús, quien me enseñó a luchar por la vida desde antes de conocerle y Alan Donaldo, un regalo extra que Dios me dio… Mis amores, mi familia, mi sentido de vida”.

Conocí hace muchos años a Luz del Carmen Parra. Viví de cerca la formación de su familia, incluso tuve la oportunidad de asistir a Ixtlán del Rio (Nayarit) a su boda con Casimiro Basoria; la conocí en su papel profesional, ejerciendo la comunicación, y durante un tiempo fui testigo del desarrollo de su entorno familiar. Así que, por eso, no me sorprende que ahora nos haga entrega de un texto extraordinario: Apuntes para mis hijos. Mis motivaciones.

Apuntes para mis hijos está compuesto por dos tomos. El primero, titulado, “Mis motivaciones” ya fue presentado en sociedad; el segundo, “Mis reflexiones”, aun no ve la luz pública. Son los textos que escribió, que publico, y que ahora se nos entregan en una compilación. Son textos que desnudan el alma de Luz del Carmen; que nacen de su reflexión, de sus valores, de su intimidad, y que nos ofrece y que, en “Una última sugerencia” explica que, si su lectura “te ha movido a un minuto de reflexión, considero que he cumplido el gran objetivo de mi vida, trascender”.

HIJO Y PADRE.

En los últimos años he leído textos que describen y explican a la familia, pero, sobre todo, aquellos en los cuales los hijos hablan de su padre; como es el caso de Jesús Silva-Herzong o el de Jorge Volpi, entre otros. Han sido, no digo que maravillosos, pero si puntillosos al describir virtudes y defectos, éxitos y fracasos de sus padres, como sus padecimientos o el carácter. Hacia los hijos leí, hace muchos años, el “Apuntes para mis hijos” de Benito Juárez que es, en todo caso, una descripción de hechos y circunstancias en que vivió.

El texto de Luz del Carmen es diferente: porque es la madre que habla, que reflexiona, sobre hechos y circunstancias específicos; son como hablar en voz alta, sobre sentimientos y emociones. Incluso, en la dedicatoria apunta: “A mis hijos: Manuel Genaro, mi más exigente corrector de estilo, de quien he aprendido tanto; Luis Alberto de Jesús, quien me enseñó a luchar por la vida desde antes de conocerle y Alan Donaldo, un regalo extra que Dios me dio… Mis amores, mi familia, mi sentido de vida”.

MI SENTIDO DE VIDA.

Luz del Carmen no duda en asentarlo, en reconocer, que su familia, sus hijos, son “mi sentido de vida”. Eso es lo importante, el que cada uno de nosotros, tengamos capacidad para en palabras de Viktor Frankl encontrar “El sentido de la vida”; de tener un sufrimiento, pero si al tener un sentido de vida, algo porque vivir, se pueden encontrar las fuerzas necesarias, suficientes. Así, en la introducción nos confiesa: “Me encerré en las cuatro paredes de mi casa a descubrir los claroscuros de mis relaciones familiares, y empezaron a saltarme a la cara las ausencias y el abandono cotidiano impuesto por la rutina, dominada como estaba, por las prisas de la sobrevivencia”.

Agrega: “Y de pronto, un día de tantos, me pregunté si así iba a esperar la muerte, viviendo como un fantasma en mi propia casa, pasando las horas sin más conciencia que el miedo a morir en una cama de hospital, sola y para colmo, terminar cremada, lo cual siempre me ha causado temor”.

CATARSIS.

Hablar o en este caso escribir de la familia es hacer una catarsis, es pensar y reflexionar de uno, de aquellos que están cerca de uno, y ese es, a fin de cuentas, uno de los obstáculos para hacerlo: ¿Qué puedo decir de mis padres, que, de mis hijos, de mi pareja, de mis amigos? Y eso es lo que hace Luz del Carmen en cada uno de los textos que nos entrega en “Apuntes para mis hijos. 1. Mis motivaciones”. Se justifica así: “Un acopio de reflexiones que surgieron en el sentimiento de querer atraer hacia mí, en mi soledad, la presencia de lo que más amaba”.

La tanatóloga Leticia Avalos Vázquez escribe en el prólogo: “Es un compendio de narraciones lleno de sabiduría, de reflexión, de enseñanzas que muestran a una mujer fuerte, resilente, que encontró luz en la obscuridad y ante las adversidades, los medios para comunicarse con sus hijos…” Termina, apuntando que es, “Una invitación a romper creencias, paradigmas, a reinventarse día a día, perdonando, sanando, construyendo el universo que deseamos, disfrutando todos los días de nuestro existir”.

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