Contexto político nacional: El gobierno del presidente Luis Echeverría ílvarez (1970-1976) no permite ninguna manifestación pública estudiantil con motivo del 2 de octubre de 1968.
Los involucrados: Estudiantes de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Instituto Politécnico Nacional (IPN), Institutos Tecnológicos, Escuelas Preparatorias, Organizaciones profesionales y sociales.
El objetivo de los protagonistas: Buscar la respuesta del gobierno para dejar en libertad a los presos políticos del movimiento estudiantil del 2 de octubre de 1968; Aparición de los desaparecidos; indemnización a la familia de los muertos y heridos de Tlatelolco.
El escenario: El Casco de Santo Tomás, como instalaciones escolares del Instituto Politécnico Nacional fue el punto de reunión estudiantil y organizaciones de apoyo, caminarían por la Av. de los Maestros de la Colonia Santa María la Rivera de la Ciudad de México.
La avenida de los maestros hace cruce con la Calzada México-Tacuba en la estación del Metro Normal, institución formadora de profesores de primaria cuya edificación fue ordenada por Don Valentín Gómez Farías en el Decreto del 19 de octubre de 1933, pero inaugurado hasta el 24 de febrero de 1877.
Otros protagonistas fueron las fuerzas represivas del orden público, entre quienes destacaron, la policía montada, el ejército, el Cuerpo de Granaderos y Los Halcones -grupo paramilitar compuesto por jóvenes no mayores de 22 años de edad con una preparación militar y en artes marciales.
En el libro Jueves de Corpus Sangriento de Antonio Solís Mimendi, se afirma que un Halcón estaba preparado física y mentalmente para combatir y matar hasta 10 personas.
La orden: No dejar pasar a los estudiantes más allá de tres cuadras desde su punto de partida, por lo que el límite fue la Av. De los Maestros… a pocos metros de la Calzada México Tacuba.
Los cándidos estudiantes nunca esperaron el ataque del gobierno y menos con armas de fuego, por lo que los primeros disparos descontrolaron a los miles de manifestantes que sin organización corrieron en todas direcciones.
Lo que encontraron en su huida fueron puertas cerradas, cortinas de comercio bajadas, la amenaza de la fuerza pública saliendo por todas partes y a lo lejos la puerta abierta de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros.
Lo que nunca esperaron es que el gran estacionamiento y las altas paredes de ladrillo rojo fue el paredón donde cayeron cientos y hasta miles de jóvenes que huían de las balas asesinas, estudiantes que buscaban justicia, muchachos que solo pedían por otros y que ninguno iba armado, ninguno quiso provocar.
Quienes sobrevivieron a esa masacre el 10 de junio de 1971 cuentan haber viso desde algún escondite, el arribo de camiones recolectores de basura, para esperar que los trascabos levantaran cuerpos, vivos o muertos, y aventarlos a los camiones, en el estacionamiento de la Normal para maestros.
Más tarde, “limpio†el escenario educativo de cuerpos de estudiantes, sin sirena, sin luces relampagueantes, entraron varios camiones cisterna del H. Cuerpo de Bomberos de la CDMX para lavar la sangre de los incontables caídos.
El Neolonés Don Alfonso Martínez Domínguez, entonces era la autoridad máxima de la CDMX, cargo al que renunció por instrucciones directas del presidente Echeverría, según narra el Ing. Heberto Castillo en un documento publicado por la revista Proceso.
El cineasta Alfonso Cuarón, en esa película donde hace ruido Yolitzia Aparicio, Roma, retrata escenas del 10 de junio y quien embaraza a la sirvienta es un Halcón, de los que masacraron a los estudiantes. Muchos confunden la escena con el 2 de octubre.